Todo es efímero.
Lo es la noche, con sus lagunas y sus recuerdos ambiguos.
Por suerte también la duda, volátil como las memorias de acceso aleatorio, se cura en cuestión de semanas.
Afirmaciones, mordiscos y lujurias varias.
Litronas, incienso, y la necesidad de reinventar el fuego entre la piel y las sábanas.
Alcanzas metas y vacías tus instintos.
Te multiplicas por cuatro y fluyes.
Y los fluidos apagan las mismas llamas que renacerán en cuestión de minutos.
Casi de manera inevitable.
Imparable deseo.
Gemido volátil.
(Tomado del blog de shakti y shiva. Nunca más lo volví a encontrar)
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