29 de marzo de 2007

Perspectiva serena

Hace algún tiempo desperté con cierto sabor de placer. La vida se había descubierto ante mi aturdida mirada que al abrir mi mente mostró que mí entorno tenía matices inexistentes.
Todo tiene un sublime sabor, detallitos que distinguen cada creación, locuras emanadas de la cordura, sonidos diferidos aniquilados en los oídos. Pensamientos y sentimiento cualidades del que quiere vivir.
Era extraño porque apreciaba los rasgos efímeros de las personas como características pasajeras y banales, pero a final de cuentas, únicas y especiales.
Todo era parte de todo, nada era equívoco de nada. Por qué no te quedaste así vida inmunda.
No podría ser así porque el tiempo, sencillo como es, avanza entre la magia del día y la noche creando y retransformando cada instante.
¿Existe Diós por nosotros o nosotros existimos por él?, ¿Quién lo sabe? Porque la verdad no me interesa.
Sin embargo ese día me pareció tan recíproco, pues Dios es tan humano como nosotros deidades.
Hay quienes en las palabras conquistan momentos inolvidables, otros prefieren los hechos porque son acciones memorables. Unos hablan, se banaglorian y se sientan; unos callan, se levantan y trabajan.
Así fue ese día raro-normal, complejo-sencillo. Todo un perfecto incorrecto en el que descubrí que el significado de la vida es el que uno le da a la misma. ¿Lo crees?