8 de noviembre de 2014

Amor de macho!!


¡Duérmete ya!

Expresé imperante. Era cerca de la media noche y mi panzón de dos años y medio se negaba a dormir en su cuna; exigió con berrinche que le hiciéramos un espacio en nuestro lecho matrimonial, nos negamos rotundamente y el drama continuó.

Tras un par de nalgadas y merecidas patadas para demostar quien manda... se acurrucó en medio de los dos se abrazó de su mamá, comenzó a respirar profundamente y fingió que dormía.

Vencido por el sueño, no por el niño, me acosté en el lado derecho de la cama, cobijado y rendido, de inmediato comencé a dormitar. De pronto mi hijo se giró, con sus manitas tomó mi cara, me apretó suavemente y expresó: "Papi, te elo ucho”, cerró sus ojitos y comenzó a dormir profundamente.

Mi corazón se llenó de tanto amor que casi se derrama por mis ojos. Sin embargo me contuve, respire profundamente para no sollozar, me levanté de la cama y caminé hacia el lado de mi esposa, le di una nalgada y giró su cuerpo hacia mí un tanto confundida, buscando explicación.

“Órale, ya se durmió. Vamos a ver la película”.

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