Durante la espera de tus labios mi mente entró en un letargo de inspiración. Tu respuesta repetitiva e indecisa sólo consiguió enclaustrarme en un mutismo sin sentido.
En el vaivén del tiempo no era difícil imaginar tu cuerpo, labios, caricias, ideas, tus fantasías compartidas a mi lado. Sin embargo, las palabras anheladas hasta el final fueron pronunciadas. Te entregué el amor, pasión e ilusiones y los rechazaste por miedo, por inseguridad, no lo sé. Y estanqué los sentimientos con los deseos.
Soy sincero, no me cansé ni aburrí, sólo me perdí en la espera y maté mis ideas y el cariño se opacó hasta dejar de latir.
No esperaba nada, a nadie... ni a ti te recordaba y aunque te veía periódicamente no sabía quién eras. Dejaste de ser mi amiga, mi amante, mi novia secreta, dejaste de ser de sangre y sólo eras la sombra de un recuerdo. Me alejaste o me alejé eso ya no tiene importancia...
Y en compañía de la calida soledad alguien apareció...
No la esperaba, ella estaba ahí y no la veía, creo que ella tampoco llegó a pensar que nuestra amistad nos llevara a una relación sentimental.
Es una mujer grandiosa, inteligente, honorable, entregada, sencilla pero única, llena de cualidades especiales --no, no puede ser sencilla-- es la mejor mujer, una cabrona irremediable, musa perfecta que me resucitó de entre las penumbras del tedio.
Soy feliz con ella y lo sabes porque me conoces... No, no sé cuánto tiempo funcione y ni siquiera lo pienso. Porque el amor y el cariño dura el tiempo que debe ser o no lo crees.
Ahora iniciamos juntos algo nuevo, crecimos a nuestro modo y vemos el mundo en perspectivas diferentes. Yo crecí en un tiempo muerto, ella en una dimensión inexacta a su generación.
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